Chico conoce chica. Chica conoce chico. Chico y chica se enamoran. Es la típica historia...¡que coño! Esta no es una historia cualquiera, esta es mi historia. No se si querréis oírla, pero tampoco os he pedido opinión.Yo era una niña, bueno lo sigo siendo; de esas que deseamos tener a alguien que nos cuide y nos quedamos horas mirando escaparates, de las que sueñan demasiado pero por el mero hecho de que algún día eso se hará realidad. Pues veréis, yo soñaba con alguien que me entendiera, que me hiciera reír, que diera un vuelco a mi vida. Una persona fuerte en todos los sentidos, que su obligación fuera ser feliz pero se dedicará a hacerme feliz a mi. ¿Vosotras buscáis a alguien así?¿Con las mismas características?¿ Queréis saber lo que se siente? Pues escuchar atentamente: cansada de que todos esteis a 3 metros sobre el cielo, él me llevo a 1000 aproximadamente. Hizo lo posible para no perderme, me hizo sentir en la cima; sí de esa de la que tantas personas hablan pero solo unas pocas hemos tenido el placer de experimentar. Allí arriba todo era nuestro. No había problemas, yo solo tenia ojos para él y viceversa. Os juro que sentía el mundo en mis manos, podía aguantarlo con las palmas y no pesaba, porque a su lado todo parecía mejor y más fácil. ¿Que qué pasó? El tiempo, la madurez... Son tantas cosas. Pero recuerdo cada una de estas sensaciones todos los días, una y otra vez, como si fuera ayer. ¿Y ahora? Pues cada vez que le veo, cada vez que esta cerca de mí, cada vez que le miro siento todo esto de golpe y el orgullo corroe por mi interior, orgullosa de saber que le tengo, que nunca llegue a perderle. Porque él me enseño una cosa que no aprendes en el colegio, que tus padres no te imparten, él me enseño a amar. A lo mejor exagero o quizás no, lo que se es que siempre lo echare de menos. En esos tiempos fui la chica más grande del universo. Para que veáis lo que el amor puede hacer, las barreras que rompe. Puede con todo, no sabe de edades, no sabe de distancias. Te sorprende, te hace creer y lo más importante, a valorar a los demás antes que a ti mismo; porque yo, yo, lo daría todo por él.