Esto era un hombre, que un día escucho una leyenda. Una leyenda que decía que en lo más alto de la montaña de donde él vivía había un tesoro; un tesoro que valía mucho más de lo que se podía imaginar. Lleno de valor se propuso a emprender el viaje. ¿Que podía perder? Comenzó a escalar y escalar. Derrepente, se encontró a una niña,una niña a la que su cometa se le había quedado atrancada en un árbol. El hombre intentaba pasar de largo,pero al oír los llantos de la niña acabo rindiendose y la ayudó. Ella en recompensa le dio el poco dinero que llevaba encima y él prosiguió su camino. A mitad del trayecto, había un chico en bicicleta que se le había estropeado. Pero el hombre intento hacerse el loco porque le corría prisa encontrar aquel tesoro. El chico fue tan persistente que al final aceptó y se la arregló. En recompensa, este también le entrego un par de monedas. Le quedaba nada, pocos kilómetros para llegar a su meta. Escucho unos llantos, llantos de una pequeña chica que se retorcía del dolor de sus tripas. ¿Qué podía hacer?¿Huir?¿Hacer como si no la hubiera visto? La chica le pidió de rodillas que se acercará al sitio mas cercano y le comprara medicinas. ¿Gastarse todo el dinero en una chica que no conocía? Lo hizo. Esperaba algo a cambio como en los otros casos,pero la chica no llevaba nada encima. Refunfuñando terminó de trepar la ultima parte de la montaña, no estaba preocupado ya que encontraría aquel tesoro tan deseado. Cuando llego a la cima, estaba aterdeciendo. Colores naranjas,rojos y amarillos se mezclaban en el cielo. No vio nada a su alrededor, ni oro, ni dinero, ni objetos valiosos. Se quedó pensativo por unos minutos y entendió que el tesoro más grande que se puede recibir es el de la satisfacción de ayudar a los demás. A lo mejor no era el tio más rico del lugar, ni el más avaro; pero si consiguió ser la verdadera persona que llevaba en su interior. Porque todos podemos llegar a ser más de lo que pensamos.
